Ya ha tiempo que me fijo en que no hay mes en el que no veamos a famosos diversos presentando, muy elegantes y sexys eso sí, variopintas galas en las que se premia aleatoriamente. Y la multiplicidad resta sentido al acto. Consecuencia lógica es que la mayoría de las veces no tengo ni idea de lo que se premia.
Contribuye a ello el exceso de "Academias"; la de Hollywood, la de las Artes Escénicas e Imagen, la de la Televisión, la del Teatro. Hasta ayer mismo, yo sólo reconocía una Academia: la que pintó Rafael Sanzio reprentando la Aca de Platón y Aristóteles en la cual sólo había una mujer: Hipatia. Para saber de ella no tuve que ir a ver la de Amenábar. Hoy hay un tufillo desconcertante respecto a lo que fue la Historia, consecuencia lógica de que andamos "sonaos". Nos llueven por todos los lados, y es comprensible que creamos que lo que hacen en Sálvame son disquisiciones escolásticas, con su enumeratio dispositio y todo.
Incluso hay cadenas que crean academias al gusto del consumidor: Academia de OT, con sus exigentes castings para los cuales hay que superar una reválida ante un tribunal, como si fueran unas oposiciones a notarías en las que te examinara JL Moreno, un tío con varias carreras pero sobre todo ventrílocuo, y Risto Meijide, ese intelecto al que sólo falta hablar de S Giao de Nazaré para ser cuspidiño a un deplorable profesor que tuve que para darse importancia estaba siempre con el mise n scene y espacios ad hoc. Expresiones que nosotros oíamos boquiabiertos pensado en lo mucho que sabía aquel tío... o debía saber.
Para que el cambalache no parara ayer asistimos a la entronización de Lionel Messi en medio de la entrega de su tercera bota que lo consagra como balón de oro, y claro la gente cree que también tiene de oro el pico y aguarda espectante por su discurso florido, por lo que es lógico que se frusten cuando escuchan sus balbuceos.
Y es que es lógico escucharlos cuando habla un trotador.
No me cabe duda que alguien estará pescando en este río revuelto. Yo sólo pretendo alertaos, amigos.
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