Irradia felicidad trabajando en el Laboratorio de Formas en Sargadelos.
Tengo borrascosos recuerdos de los años ochenta de una nave cercana a Santiago destinada a ser Instituto Galego de Información, que él presidía.
De ambos dos sitios lo echaron, y él nunca superó esta pena. Los nuevos gestores están pagando su felonía, -algo bueno tenía que tener la crisis- el cargarse la única y mejor empresa cultural que teníamos en Galicia, con su perfecta estructura.
Ya había precedentes con el pasamento de Antonio Raimundo Ibáñez Llano y Valdés, el hombre visionario que había nacido en los Oscos y que puso a funcionar el primer alto horno de España. No se merecía el final que tuvo, tampoco Don Isaac.
Es lo que suele pasar con los visionarios.
Y termino pegando otra foto, que muestra un apasionado Isaac Díaz Pardo debatiendo sus proyectos con el arquitecto Andrés Fernández-Albalat, colaborador no Laboratorio de Formas e autor do proxecto da fábrica de Sargacelos en Cervo.
Como retranqueiro le costará, pero yo le deseo paz eterna.
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