Desencriptemos el nombre de HULA. Los nombres dan caché, éste tiene un nombre mayestático, solemne: Hospital Universitario (la facultad de Medicina del campus de Lugo sigo sin ubicarla a mis casi 50 años) Lucus Augusti. El celador dice por lo bajo Eureka!. Ese mismo celador se diera cuenta de que con ese nombre encajaba a las mil maravillas una efigie en el hall de Octaviano, de capite velato, para lo cual puso mesas petitorias. Para seguir poniendo aquello de Faquiendum Curavit (hecho -pagado- por suscripción popular). El uso del latín sigue molando.
Pero, lejos de desmerecer al genio que tuvo la ocurrencia del nombre, que confirma que estamos en buenas manos, hay que hacer comparaciones con los nombres de otros centros similares, espallados por la geografía galega, que son auténticos estudios sociológicos. Si el de Lugo es solemne y evocador de nuestro glorioso pasado romano, el de Orense es minimalista, pese a tener también un puente atribuído a los romanos: Complejo Hospitalario de Orense. Me entero días más tarde que esto no es así, es el CHOU. Más modernos y multifuncionales son los nombres CHUSC (ComplejoHospitalario Universitario de Santiago de Compostela) y CHUAC, lo mismo, pero de A Coruña. Son nombres coloquiales, modernos, democráticos, hasta casi guais, pero yo soy un antiguo, añoro los nombres, por ejemplo el juan canalejo aunque recuerden a un impresentable falangista. Pero recuerdan algo. Y el olvido es chunguísimo.
Lo que ministr@s y conselleir@s no acertaron a solucionar, lo va a solventar un simple celador, que apenas llega a los 1000 € mes. Pensando en la peligrosidad de la inicua Naraja Mecánica y recordando que todo lo mecánico tiene algo de demoníaco...En su neuronal sinapsis surge, emerge la silueta de unas miríficas y siniestras, casi angelicales, escaleras mecánicas. Eureka! vuelve a decir.
El celador Ramón B toma apuntes, notas, pensando en un ascenso se atreve a la redacción de un informe que se intitula "Cómo acabar con las listas de espera y otros endémicos problemas". Ramón tenía contactos en el comité de empresa sindical. Apoyándose en él formuló ante cirujanos, traumatólogos, neurólogos y demás su teoría, que constataba la plenitud democrática del sistema.
La resolución parecía en principio sencilla. Pongamos un ingenio que mate a la gente y las listas irán paulatinamente decreciendo. Si ocurría un accidente era temeridad del usuario....y punto. Ese punto suscitó tal unanimidad que hasta la aplaudieron l@s Auxiliares de Clínica.
Su teoría se completaba con una creación inusitada de suelo urbanizable. Sencillamente en el interior de las susodichas escaleras, se podría instalar un discreto horno crematorio, con lo que se ahorraría un montón de espacio en los cementerios. Se crearía una cooperativa de trabajadores para gestionarlo tipo PSV y todos los currantes tendrían su vivienda digna... en principio.
No es mi intención molestar ninguna sensibilidad. Cientos de personas cayeron por las dichosas escaleras, una murió. Yo me pregunto ¿dónde está la observancia a la Ley de Prevención de Riscos Laborables? con sus parafernalias de valorización del riesgo. Y todo esto pasa en en HOSPITAL PÚBLICO. Lo dejo ahí, con la blasfemia reprimida.
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