Reflexión respetuosa y heterodoxa de
un diletante sobre la evolución de la concepción del término
artísta desde antiguo donde era subvalorado hasta hoy donde está
sobradamente hipervalorado.
Entiéndanme, nadie le dice “artista”.
Llega con que él se lo crea. Yo tengo serias dudas de que esto sea
así. La superabundancia de “artistas” queda patente cuando una
exposición de artistas locales ¡VIVOS! junta más elementos que a
lo largo de dos siglos y pico reunió el precursor Giorgio
Vasari...hablando de los siglos que en Italia se desarrollló el
fenómeno Renacimiento. La conclusión es “el próximo
Renacimiento será “lugués” o lucense”. Por lógica o x
pelotas.
Y para empezar este periplo, partiremos
de la famosa carta de presentación de Leonardo de Vinci a Isabel de
Este (documento primordial en la Sociología del Arte) pasando por
las elucubraciones de un tal Achile Bonito Oliva y su máxima “Arte
es todo”, slogan propio de vendedor de coches usados, algunos
maltrechos. El punto final lo pondrá desasosegante criterio de un
amigo”artista plástico”: “Paco, hoy los artistas somos
filósofos”.
No pude evitar recordar la amistad
entre Carème y Rossini. Rossini les sonará: era músico y está
enterrado en la Santa Croce florentina. Voy a tratar al sr Carème
como el cocinero del barón de Rotschild, aunque tuviera otros
anhelos. A Giochanino le gustaba obsequiar a su amigo con pequeñas
composiciones dedicadas. Carème le correspondía con un pavo
trufado, plato preferido del músico. Éste consideraría pretencioso
que, en lugar de eso, Caréme le presentara un cuarteto para cuerda.
Carème tampoco le placería que el obsequio que recibiera fueran
unos canelones, aunque fueran alla Rossini.
Una de las particularidades de la
figura contemporánea del artífice es que éste insiste en lo que él
hace es Arte. No espera nuestro criterio. Bien es eso cierto que
genios como Picasso, Marcel Duchamp, Joseph Beuys y el pobre Antonio
Gaudí contribuyeron sin querer a tal atrocidad.
Corría
el año 1999, me sonaba el nombre ¿cómo olvidarlo? de Virxilio
Vieitez que un tiempo atrás había rachado la
pana con una
exposición en Vigo. Había sido su primera exposición, que
promoviera su hija Keta. Él tendría de aquelllas cerca de 70. Él
era de Soutelo de Montes, igual que el gaiteiro, casi mítico,
Avelino Cachafeiro. Él no perdía el sentido por viajar, por ver
otros lugares. Os galegos somos así: “filla, visto Lugo, visto o
mundo”. Pero Virxilio viajaba, con su cámara viajaba “a tutti il
Universe e ... in altri siti”.
Qué
barroco soy. Viendo la exposición en el Museo do Pobo Galego, me
golpearon los recuerdos de que yo había desarrollado en torno al
conocimiento de la Historia del Arte, y empecé a alucinar. Este
hombre compoonía fotos al estilo del pintor decimonónico F Millet,
daba testimonios de defunciones, casamientos y así su Arte retomaba
su funcion. Pero al final la teoría me hizo cagarla. Siempre fui
entusiasta. No sé como lo reconocí, pero el caso es que así fue.
Venía al final de un pasillo con dos amigas desgranándoles los
secretos de cada foto. Con paso decidido me acerqué ofreciéndole mi
mano tendida, mientras le decía:
“Muchas
gracias por su arte”
Él
negó con su cabeza........................... “Non mire, eu
artista non son. Eu sóo tiro fotos e teño que facelo ben....para
que me chamen”.
Virxilio,
estás el el Olimpo de las emociones, aunque esto te suene a chino. Y
para preservar tu memoria, hago ésto. Fecit.
Bo artigo. Apertas
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