(Il dottore Dulcamara in piedi sopra un carro dorato,
avendo in mano carte e bottiglie. Dietro ad esso un
servitore, che suona la tromba. Tutti i paesani lo
circondano.)
DULCAMARA
Udite, udite, o rustici
attenti non fiatate.
Io già suppongo e immagino
che al par di me sappiate
ch'io sono quel gran medico,
dottore enciclopedico
chiamato Dulcamara,
la cui virtù preclara
e i portenti infiniti
son noti in tutto il mondo... e in altri siti.
Benefattor degli uomini,
riparator dei mali,
in pochi giorni io sgombero
io spazzo gli ospedali,
e la salute a vendere
per tutto il mondo io vo.
Compratela, compratela,
per poco io ve la do.
È questo l'odontalgico
mirabile liquore,
dei topi e delle cimici
possente distruttore,
i cui certificati
autentici, bollati
toccar vedere e leggere
a ciaschedun farò.
Per questo mio specifico,
simpatico mirifico,
un uom, settuagenario
e valetudinario,
nonno di dieci bamboli
ancora diventò.
Per questo Tocca e sana
in breve settimana
più d'un afflitta vedova
di piangere cessò.
O voi, matrone rigide,
ringiovanir bramate?
Le vostre rughe incomode
con esso cancellate.
Volete voi, donzelle,
ben liscia aver la pelle?
Voi, giovani galanti,
per sempre avere amanti?
Comprate il mio specifico,
per poco io ve lo do.
Ei move i paralitici,
spedisce gli apoplettici,
gli asmatici, gli asfittici,
gl'isterici, i diabetici,
guarisce timpanitidi,
e scrofole e rachitidi,
e fino il mal di fegato,
che in moda diventò.
Comprate il mio specifico,
per poco io ve lo do.
L'ho portato per la posta
da lontano mille miglia
mi direte: quanto costa?
quanto vale la bottiglia?
Cento scudi?... Trenta?... Venti?
No... nessuno si sgomenti.
Per provarvi il mio contento
di sì amico accoglimento,
io vi voglio, o buona gente,
uno scudo regalar.
Escena Quinta
(El Doctor Dulcamara, de pie en la dorada carroza,
teniendo en la mano papeles y botellas. Detrás de
él, un servidor toca la trompeta. Todos los
campesinos lo rodean)
DULCAMARA
Oid, oid, rústicos campesinos;
atentos y no digáis ni una palabra.
Ya supongo e imagino
que lo mismo que yo sabéis
que soy aquel gran medico,
doctor enciclopédico,
llamado Dulcamara,
cuya virtud distinguida
y su infinito portento
son conocidos en el universo... y otros lados.
Soy benefactor de los hombres,
curador de males,
en pocos días evacuo
y limpio los hospitales,
y voy vendiendo la salud
por todo el mundo.
Compradla, compradla,
que os la doy barato.
Y es este odontológico
y admirable licor,
de insectos y ratones
poderoso destructor,
cuyo certificado
auténtico, embotellado,
tocarlo, mirarlo y leerlo
a cualquiera dejo yo.
Gracias a este específico
y simpático milagroso,
un hombre sexagenario
valetudinario
aún se convirtió
en abuelo de diez niños.
Por este "toca y sana"
en breves semanas
más de una afligida viuda
de llorar cesó.
Vosotras, severas matronas
¿queréis rejuvenecer?
Vuestras arrugas incomodas
con esto se quitarán.
¿Queréis, doncellas,
tener suave la piel?
¿Queréis, jóvenes galantes
tener siempre amantes?
¡Compradme mi específico
que por poco lo doy!
Mueve al paralítico,
sana al apopléjico,
al asmático, al asfixiado,
al histérico, al diabético,
restablece el tímpano,
robustece al raquítico,
y hasta cura el dolor de hígado
que últimamente está muy de moda.
¡Compradme mi específico
que por poco lo doy!
Lo he traído por correo
desde miles de millas lejanas.
Me diréis: ¿cuánto cuesta?
¿Cuánto vale la botella?
¿Cien escudos?... ¿Treinta?... ¿Veinte?
No... que nadie se desanime.
Para probar mi agradecimiento
por tan cálido recibimiento
os lo dejaré, oh buena gente,
por un escudo os lo doy
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